"Un Legado que Inspira"
50 años de esfuerzo, amor por la familia y dedicación al hogar de sus clientes.
El legado de Hernando Murcia: una vida de esfuerzo, humildad y amor por el hogar de cada cliente.
Cuando el trabajo se convierte en propósito
A inicios de los años 70, Hernando Murcia llegó al mundo de la decoración para el hogar, iniciando su camino laboral en un edificio del centro de Bogotá. Fue recomendado por un amigo que reconoció en él a un trabajador incansable. Así comenzó su historia en Arte y Luz, una empresa dedicada a la fabricación e instalación de cortinas. Allí no solo fue el vendedor estrella, sino también el más querido por los clientes. Aprendió cada técnica, desde la confección de cortinas y galerías, hasta la instalación de tapetes, con una dedicación pulida y meticulosa.
El impulso de sus clientes lo llevó a emprender
Años después, en 1975 no por decisión propia, sino más bien por las múltiples sugerencias de sus queridos clientes se independiza y decide emprender su viaje con todo el conocimiento aprendido.
Una infancia que forjó carácter
La cercanía con las personas siempre fue su sello característico. Hernando venía de un origen humilde, nacido en el campo de Ubaté, Cundinamarca, en una familia numerosa de 12 hermanos. Desde pequeño ayudó a su madre en la plaza del pueblo, vendiendo mercado, mientras su padre trabajaba en labores de granja, a quien también debía suplir en múltiples ocasiones casi a diario. Como si fuese poco, caminaba más de 20 km para ir a la escuela, atravesando riachuelos, bosques y caminos polvorientos, liderando la excursión con sus hermanos menores. Todo eso forjó en él un carácter fuerte, humano y determinado.
Nuestro héroe
“Como hijo, desde que tengo uso de razón, recuerdo a mi padre cada día levantándose a las 4:30 a.m., incluso los domingos. Jamás descansaba. Aún lo recuerdo con una nostalgia que me invade. Casi como si le flaquearan las fuerzas, alzaba un par de enormes paquetes llenos de cortinas; era como el titán Atlas, cargando el mundo en sus hombros. Era nuestro héroe.”
Una Odisea cotidiana
Sus travesías por Bogotá eran épicas: subido en buses repletos, cruzando la ciudad de extremo a extremo con sus grandes paquetes a cuestas, como si se aferrara a la vida misma en cada trayecto. Cada día era una odisea, una travesía digna de Ulises, pero en lugar de islas y monstruos mitológicos, enfrentaba el tráfico, la lluvia, el cansancio, y aun así llegaba puntual a cada cita, con una sonrisa, con respeto, y con la promesa de hacer bien su trabajo.
El día que la vida casi se le escapa
Siempre priorizó la responsabilidad incluso en el instante mismo en que la vida casi se le escapa, en 1999, sobrevivió a una peritonitis aguda que lo mantuvo hospitalizado durante meses. Dónde tuvo una experiencia cercana a la muerte, y en esa epifanía, donde por cierto estuvo clínicamente muerto, al final de esa vivencia extrasensorial, casi justo cuando cruzaba el umbral de luz, ¡en ese justo momento! al vernos a mi madre, mis hermanos y a mí aún niños llorando desconsolados, se devolvió de ese recorrido que él llama Placentero y Maravilloso. Ahí recobró signos vitales. Fue un verdadero milagro.
“Anécdota o vivencia que, por cierto, le encanta contar a menudo. Y para más detalles, ¿qué mejor que quien la vivió la describa? Si tienes interés en saber más, pregúntale y prepárate para escuchar una narración digna de un best seller.”
La familia, su mayor fortaleza
“Recuerdo cómo, recién operado y aún con vendajes, tambaleándose, casi sin poder caminar, debía seguir trabajando por nosotros, y debía seguir cargando esas enormes bolsas y llevarlas e instalarlas. Sus clientes y su familia eran su fortaleza. Nosotros, sus hijos, tuvimos que cambiar nuestros juguetes y juegos por herramientas y sacar fuerza para ayudarle a cargar las cortinas, para acompañarlo y cumplir con los compromisos. Gracias a todo ese esfuerzo, levantó una familia, nos dio educación, salud, valores… y el ejemplo más grande: nunca rendirse, ser responsable con el trabajo y amar a nuestros clientes.”
El legado continúa
Hoy, medio siglo después, su legado vive en cada cliente satisfecho, en cada hogar transformado, en cada sonrisa que compensa una vida de sacrificio. Porque esta historia no es solo la de Hernando Murcia: es la de muchas familias que encontraron en él algo más que un servicio. Encontraron confianza, calidad y humanidad.
















































